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viernes, 12 de febrero de 2016

Me enfado y...

Emoción... La Ira (enfado, rabia, ...)


En una ocasión muy impertinente, la Luna, a la que todos conocían por su belleza y dulzura, estaba bastante enfadada. Se había enfadado con el Sol. No entendía por qué motivo siempre era él el que podía salir por el día, y de esta manera, podía apreciar los colores, las flores abrirse, los animales correr y a los seres humanos vive apresuradamente. 
Durante la noche todo era más aburrido y oscuro. Estaba cansada de ser siempre la que tenía que mandar al Planeta a dormir y a las estrellas a salir a pulular y brillar durante casi 12 horas. 


No tenía muy claro cómo resolver su enfado porque nunca coincidían. El Sol se lo ponía muy difícil para poder verse y dialogar tranquilamente. 



Hasta ahora se había limitado a no estar, pero aún así no conseguía aparecer durante el día. 
Durante 3 semanas el Planeta experimentó un efecto nunca antes vivido, 3 semanas de Luna Nueva. El Océano había cambiado su rutina y no ofrecía pleamar. Los peces se habían quedado estancados, y los pescadores ya no conseguían alimentos para sus familias. 
La Luna había conseguido, con su decisión de no aparecer, enfadar a todos los habitantes del Planeta. Sabía que esa no era la solución, porque seguía estando enfadada, seguía sin ver el día y además había enfadado a todos. 



Una noche, todos los habitantes del Planeta le gritaron enfadados para que les explicara qué pasaba.


Ella salió asustada... pero habló. Contó lo que le sucedía y se mostró muy enfadada, hasta el punto que comenzar  a gritar tanto que hasta el Sol, que en ese momento estaba al otro lado cruzó la Tierra a encontrarse con la Luna. 



Tuvo lugar el Eclipse más bonito que ningún ser vivo había visto nunca. 
La Luna consiguió ver a todos los habitantes despiertos, las flores abrirse y los colores brillar. Y además, habló, le escucharon y el enfado se disipó. 

Cristina Valerón Estrada. 

¿Qué haces con tu enfado? ¿Te escondes, lo alejas, lo evitas, lo transformas?

Quizás la opción más sencilla es atenderlo. Sólo quiere informarnos de lo que necesitamos, de lo que queremos y nos gusta. 
Tal vez el otro no lo sepa, no lo consiga ver, o no lo entienda. Pero necesita de nuestra respuesta para que la relación sea lo más sana posible. 

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