LA TORMENTA QUE DESTROZA EL HUERTO

Nos gusta nuestro huerto, comer lo que hemos sembrado, cuidado y visto crecer. Nos sentimos orgullosos de la atención y el trabajo que dedicamos a nuestro huerto. Imaginemos que viene una gran tormenta y lo arruina. Nos podemos imaginar cómo nos sentiríamos. Sería entendible dadas las circunstancias.

Es importante que nos esforcemos en impedir que vuelva a ocurrir el desastre, porque no queremos volver a sentirnos igual. Sabemos que estamos en la época de las tormentas, en la que es fundamental cuidar nuestro huerto. Tendremos que dedicar mucho tiempo a dar vueltas y vueltas a nuestra cabeza imaginando que pueden aparecer tormentas como esa o peores y pensando en las alternativas que tenemos para impedir que nuestro huerto se vea afectado y tendremos que estar vigilando el cielo para ver si aparecen signos que indiquen que la tormenta se acerca, porque si no los vemos, no podremos poner en marcha las estrategias que estamos preparando. Lógicamente, nos sentiremos ansiosos y preocupados en todo este proceso. Gradualmente incrementaremos el tiempo que destinamos a nuestra preparación y dedicaremos menos tiempo a cuidar nuestro huerto. En consecuencia, nuestras verduras estarán menos cuidadas y lo estaremos pasando mal.



A veces en nuestras vidas pasamos por épocas difíciles, en las que los reveses pueden ser frecuentes y, si nos ha ocurrido uno pensemos que el siguiente puede ocurrirnos en cualquier momento. Es normal que nos sintamos alterados y preocupados y que tratemos de planificar qué podremos hacer la siguiente vez para evitar el daño. Podemos incrementar la vigilancia de las posibles tormentas y emplear nuestro tiempo y energía en ello, y en consecuencia, dejaremos de atender las cosas que nos importan en la vida. Si no nos dedicásemos vigilar el tiempo, si aceptáramos el riesgo de que nuestro huerto volviera a destruirse y dejáramos de vigilar el tiempo,


¿EN QUÉ DEDICARÍAMOS NUESTROS ESFUERZOS?