RECONOCER QUE LO QUE HIZO CAUSÓ DAÑO U OFENDIÓ AL OTRO.
No es obvio que el que nos ha ofendido sea plenamente consciente del daño que ha hecho y del sufrimiento que está teniendo su víctima (Case, 2005).
El proceso de reconocerlo supone un acercamiento profundo al otro.
Este proceso es positivo cuando se hace mientras se va informando al otro de lo ocurrido.
SENTIR DE VERDAD EL DOLOR DEL OTRO.
Para pedir perdón es preciso ser consciente de que se ha hecho un daño importante al otro. Ponerse en su lugar y acercarse a sus sentimientos.
ANALIZAR SU PROPIA CONDUCTA.
Hay montones de razones por las que alguien decide hacer algo que causa daño, ninguna será aceptable para la víctima. No se trata de encontrar excusas a sus actos, sino de establecer una base para poder realizar la siguiente fase.
Es preciso reconocer también el papel que han jugado las circunstancias, pero no para quitarse culpas y echárselas a otros.
DEFINIR UN PLAN DE ACCIÓN PARA QUE NO VUELVA A OCURRIR.
Definir un plan de acción concreto para que nunca vuelva a ocurrir y compartirlo con el otro es el siguiente paso para pedir perdón.
El plan puede incluir acciones dirigidas a mejorar las debilidades propias que han propiciado el daño realizado. Todo el plan ha de hacerse indicando los objetivos operativos, el tiempo y los medios que se van a dedicar a conseguirlos. No se trata solamente buenas intenciones.
PEDIR PERDÓN EXPLÍCITAMENTE AL OTRO.
Los pasos anteriores han de se compartidos con el otro y han de comunicársele para que la petición de perdón sea explícita y llegue al otro, mostrando que no son palabras vanas, sino que están articuladas en un plan y en un compromiso de lucha por la relación.
RESTITUIR EL DAÑO CAUSADO.
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