Pasos a seguir:
1º No entrar nunca en conflicto con nadie,
¡aguántate! Veas lo que veas, compréndelo. Te pidan lo que te pidan, di a todo
que sí, que no tienes tiempo, ya lo sacarás de alguna parte, que ves que se
aprovechan de tí constantemente, hay que ser buena persona y ¿cómo te vas a
negar? Haz cualquier cosa menos discutir y negarte.
2º Apoyaté en tus creencias
internas de toda la vida, no hace falta cuestionarlas. Tu mente es una realidad conocedora de
la totalidad, abarca toooodo lo que te puedas imaginar, el mundo está en
ella y sabe lo que hay que hacer en cada momento mejor que nadie. Está llena de
grandes verdades como “hay que hacerlo todo bien y a la primera”, “las
buenas personas son las que están disponibles en todo momento” (si yo no
estoy disponible es que soy mala persona, la lógica de la mente es
irrefutable), “tengo que saber actuar en todo momento de la mejor manera
posible y siempre se puede hacer mejor”, “hay que estar en actividad constante
para no ser vago, siempre hay algo que hacer”… No quiero competir con tu
mente que sabe más que yo, porque seguro que hay miles de mandatos irrefutables
más.
3º Adivina a los demás. Cuando se lleva unos años en el mundo ya
se sabe de qué va la cosa y se sabe perfectamente lo que piensan los demás. No
hace falta preguntar. Los demás esperan de mí que lo haga todo perfectamente
y al momento y si no, son unos despiadados, pensarán que soy una persona
inepta, que no se preocupa, que no sabe hacer las cosas, que no quiere hacer
las cosas… ¡Por supuesto que no hace falta preguntar! ¡Es evidente que piensan
eso!
5º No pidas ayuda a nadie. Ponte la capa de Superman y haz todo,
pero solo o sola, no necesitas de nadie para nada y menos para desahogarte. Ya
sabes, “nadie ayuda a nadie” y “si quieres algo hazlo tú mismo”. Tú si puedes
ayudar a los demás, pero a tí… Nadie te puede ayudar.
Y… Voila! El ataque de ansiedad
está servido. Espero que
podais usar esta receta porque funciona a la perfección, es más, es infalible…
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