He aprendido con el transcurso del tiempo y el espacio, así
como de las personas que han pasado en algún momento por mi vida, que el
encontrarse, amarse y aceptarse se ubica en la búsqueda de nuestra esencia.
¿Y cuál es nuestra esencia?
Pues ésta no es más que el origen de quién vinimos a “ser” a
este mundo. Todo ello mucho antes de recibir el primer “NO”, el primer castigo,
la primera represalia, mucho antes de que nos juzgaran o nos etiquetaran.
¿Quién era nuestro niño? O más allá¿Quién era nuestro bebé?
¿Cómo éramos cuándo llegamos a esta vida por primera vez?
Así éramos y así somos en lo más profundo de nuestro ser.
Quienes somos hoy, no es más que el resultado de la suma de
eso más quiénes querían los de nuestro entorno que fuéramos. Tristemente,
elegimos en el mayor porcentaje de los casos, ser la mayor parte del tiempo,
quiénes “ellos” querían que fuéramos.
Hoy aprendo y observo de mis hijas, que aún no han aprendido
a “ser” quienes yo y todo su entorno queremos que sean. Son quienes han venido
a “ser”. Están experimentando su ingenua y valiosa esencia.
En esta esencia, la mayor parte de su tiempo viven con
emociones que los adultos catalogamos como negativas (ira, frustración, rabia,
celos, tristeza,…)
Y ahora yo me cuestiono ¿Cómo es que los adultos nos
esforzamos continuamente por evitarlas, repelerlas, no sentirlas, no vivirlas…?
Acaso no son parte de nuestra esencia.
Y aquí es dónde me encuentro en terapia, con adultos que en
el transcurso y caminar de sus emociones se reprimen, se evitan, se desconectan
de sus emociones por considerarlas malas y castigadoras de su destino y su
felicidad. ¿Quién dijo que la felicidad consistía en estar alegre, divertido,
tranquilo, acertado,… todo el tiempo?
Pensad por un momento que para poder sentir esa alegría,
diversión, paz, armonía,… y poder reconocerla, es necesario transcurrir también
por las sombras de la frustación, la tristeza, la confusión,… sino no podríamos
adivinarlas y vivirlas como positivas.
Acepta el momento presente en el que te encuentras, porque
forma parte de ti y de tu esencia, forma parte de quien viniste a ser a este
mundo. Ámate como nadie lo podrá hacer jamás, valórate y quiere todas esas
emociones que ahora o mañana puedes estar sintiendo. Sólo así transcurrirás en
el devenir de los días con la máxima felicidad de saber quien eres y como
estás.
Y por último piensa que todas estos sentimientos, mal
nombrados negativos, no son más que el resultado del resto de individuos a los
que les molesta estar o sentirse ante un humano triste, frustado, confuso,
negativo, irritado, rabioso,.. pues proyectan sus miedos sobre ti, pensando que
son ellos los responsables de tu “malestar”, cuando nada más lejos de la
realidad, te hacen sentir mal por no permitirte sentirlos en plenitud.
Ojalás y pudiéramos cabrearnos, enfadarnos, confundirnos,
amargarnos, irritarnos, entristecernos,… y ser aceptados y sostenidos por
aquellos que nos rodean, sin cuestiones, ni preguntas, ni juicios.
Sólo mantente ahí, y disfruta del momento presente.
Sea este momento, el momento que sea
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